Panno: "No es necesario tener una vida solitaria para jugar ajedrez" En una entrevista con el Sitio Oficial, el Gran Maestro habló sobre el furor de la serie "Gambito de Dama", acerca del ajedrez como herramienta educativa y la actualidad de la disciplina en River y en el mundo.

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Por: Natalia Labruna


La virtualidad era una alternativa muy usada en el ajedrez antes de la pandemia y, a partir de marzo, se convirtió en la norma. “Se suspendieron las clases que daba los sábados en el Club, pero también gracias a la pandemia surgió la idea de dar clases online”, explicó Oscar Panno, el mejor ajedrecista argentino de la historia, que desde mitad de año y por iniciativa de River Plate comparte sus conocimientos con alumnos de todos los rincones del planeta a través de su canal de YouTube.

Panno brinda clases magistrales en River desde 1973, pero su vida y su carrera están íntimamente ligadas al Club desde el inicio. A los 85 años, continúa con la misma pasión y el amor que tenía a los 12, cuando empezó a jugar.

A los 18, ganó el Mundial Juvenil y el título de Maestro Internacional. Al regresar al país tuvo un homenaje inesperado: lo invitaron a dar el puntapié inicial en un partido que River jugaba ante Estudiantes en un Monumental colmado. Panno recuerda con emoción y una sonrisa aquella tarde de 1953. “Me acerqué a Angelito Labruna y le pregunté a quién se la tenía que pasar”.

Después de haber ganado el premio Konex de ajedrez en 1980, este año fue galardonado con el Konex a la trayectoria. “Lo tomo como algo inevitable, porque uno no juega al ajedrez para ese tipo de cuestiones, pero estoy contento”, aseguró.

¿Cómo lo ha tratado la pandemia?
No me cambió la vida, porque mis salidas eran ir al Club dos o tres veces por semana, una para dar clases. La electrónica se compadece muy bien con el ajedrez porque revolucionó las formas de estudios y de preparación. Antes, teníamos bibliotecas llenas de libros. Hoy, la computadora te brinda el tipo de partido que quieras ver o jugar. Con la pandemia se suspendieron las clases que daba en el Club, pero ante eso surgió la idea de dar clases online.

¿Y cómo están resultando?
Está siendo un éxito, tal es así que tenemos gente de todo el mundo tomando las clases: Brasil, México, Alemania, España, Paraguay. Por unos meses más continuaremos así. Es un hallazgo interesante dar clases a través de la electrónica.

¿Qué es lo que el juego les aporta a los más chicos?
Es una herramienta educativa formidable y muy económica. Los chicos entrenan su mente jugando. Es un juego de batalla: en una batalla hay objetivos y dificultades que te impone el enemigo. Van poniendo obstáculos y uno tiene que ir previendo cómo superarlos. Esto coincide con cualquier actividad del quehacer humano. En el trabajo, el estudio, la sociedad, uno tiene objetivos, dificultades y caminos a recorrer. El chico entrena la memoria, el razonamiento, la capacidad de sortear las dificultades. Un chico de 8 o 10 años no toma decisiones todos los días, en cambio a esa edad aprende a tomar decisiones jugando ajedrez y se da cuenta de que la decisión que tomó tiene consecuencias futuras. Además, no hace falta inversión para jugar ajedrez. El que no tiene plata puede fabricarse un tablero.

¿La serie Gambito de Dama le parece que refleja fielmente el mundo del ajedrez?
Muestra un poco el mundo del ajedrez. No todo. Está bien adaptada al formato, que es difícil porque el ajedrez no se presta mucho para eso. Es un trabajo de pensar. Si cada jugada tenés que pensarla por minutos con máxima concentración no es una escena muy acorde para la pantalla. Me reconforta que hayan tenido buenos asesores porque yo estaba indignado con Hollywood, ya que siempre que aparecía una partida en una trama estaba mal puesto el tablero —hay que poner el cuadrado blanco en la derecha— y esta vez lo hicieron más o menos bien.

¿La vida del ajedrecista es así de solitaria como la de la protagonista de la serie?
Yo soy amigo de la húngara Judith Polgar, la mejor ajedrecista de la historia. Ella me mandó un mail diciéndome que le había gustado mucho la serie. El reconocimiento es mundial. La mujer se ve reflejada por la protagonista, pero no es necesario tener una vida tan solitaria para jugar ajedrez. Yo le dije a Judith que el personaje de la serie era una mezcla de ella con Bobby Fisher. ¿Los ajedrecistas son todos locos? ¿O son los locos los que juegan al ajedrez? No es así. Los profesionales son gente muy seria, muy organizada. Y juegan de manera muy racional, pero también te podés encontrar con fenómenos que saben cosas geniales.

¿Cuál es el primer recuerdo del ajedrez en su vida?
Mi padre me enseñó a jugar cuando yo tenía 6 años. Pero a los 8 con mi hermano, mayor que yo, descubrimos una colección de revistas Leoplán, aprendimos juntos en casa. Mis tíos jugaban. A los 11 años me hicieron socio de River. El doctor les había dicho a mis padres que teníamos que hacer natación. Mi hermano era fanático del fútbol. Un día fuimos a recorrer el Club y descubrimos la sala de ajedrez. Mi hermano se fue a ver un amistoso que estaba jugando River, pero yo me quise quedar en la sala.

¿Qué le dio y qué le quitó el ajedrez en su vida?
Quita tiempo, pero es una elección, porque el tiempo está presente y se pasa, como el agua de la historia de Heráclito. Uno lo usa para hacer una cosa u otra. Me hubiera gustado jugar al tenis de más chico. Aprendí de grande y jugué en River. Ahora las rodillas no me lo permiten. Hay que bancárselo. En cambio, me permitió conocer buenas partes del mundo. Salvo Australia, recorrí el resto del mundo.

Si usted fuera una pieza de ajedrez, ¿cuál sería y por qué?
A las piezas yo les otorgo personalidad. Recuerdo una vez que tenía que hacer un prólogo para un libro y me pregunté qué sentía y qué pensaba un alfil. El alfil tiene la característica que existe en un color determinado del tablero. Su campo de acción es la mitad del tablero, es sólo el color por donde él puede caminar. Se le cruzan piezas fantasmas porque las ve en su color, pero luego desaparecen. Es un problema de dimensiones. Ahora, si uno quiere ser alfil o caballo y andar saltando, hay que ver, je. Creo que la pieza vale por lo que juega y no por el valor teórico. Si vos no desarrollás la pieza, no sirve. Si tenés una torre sin jugar es como guardar un tanque de guerra dentro de un galpón. El desarrollo es una de las etapas importantes del juego.

¿Cómo evalúa la actualidad del ajedrez en Argentina?
Nosotros tenemos una característica importante que es mucha materia prima, porque fue el país más ajedrecista de Latinoamérica. Hoy, Cuba nos ha ganado porque tuvo al campeón José Capablanca y además tuvieron muchos entrenadores soviéticos. Acá tenemos el problema de que las cuestiones económicas no permiten el desarrollo lógico de las cosas. Por ejemplo, no hay sponsors. En Brasil y Chile apoyaban mucho más a los ajedrecistas. Acá salen porque hay un semillero muy grande e interés natural en la gente, pero no es por la inversión que se haga. Argentina estuvo segunda en el mundo en las Olimpiadas. Tenía mucho potencial nuestro país. Hemos tenidos los mejores del mundo.